La sociedad venezolana es grande y compleja, como la mayoría de las sociedades actuales. Es un organismo compuesto de muchos grupos sociales, algunos de ellos tan especializados que llegan a ser gremios establecidos. Para empezar, definamos el concepto de sociedad:
«Red de relaciones sociales que se establecen entre seres humanos que comparten un determinado espacio social». Fernández (2003)
En este caso, el espacio social excede las fronteras geopolíticas de Venezuela, siendo que hay miles de hermanos en el exterior. También es oportuno aclarar que los miembros de un grupo social, según Chinoy (1975), se ven unidos unidos por un sentido de identidad o semejanza de intereses que les permite diferenciar a los que de quienes no lo son. De modo que podemos decir que los miembros de nuestra sociedad, cumplimos con roles especializados y, como individuos, dependemos inevitablemente de miembros de grupos sociales diferentes a aquellos en los que participamos para poder suplir todas nuestras necesidades; en una sociedad como la nuestra opera la
solidaridad orgánica, como base de la cohesión y solidaridad grupal.
Es por todo esto que la participación de los venezolanos en el escenario político actual (que para nadie es un secreto cuán tenso es), debe responder a su rol específico; el mío es el rol de estudiante universitario y, como tal, hoy expreso mi inconformidad con el gobierno. Mi intensión no es parlotear como quien cree tener en sus manos la respuesta a todos los problemas, tampoco pretendo hacer un análisis de la realidad socio-política de Venezuela, sino sólo una aproximación al tema y exponer la situación particular en la que me encuentro y con la que, considero, se pueden identificar la mayoría de los estudiantes universitarios. A continuación, mis argumentos:
Soy estudiante venezolano de Educación Musical en el Instituto Pedagógico de Miranda José Manuel Siso Martínez, me formo como Músico en el Conservatorio Nacional de Música Juan José Landaeta y, gracias a esta maravilla llamada revolución, gozo del beneficio de una beca de Bs. 1000 mensuales, que me fue aprobada en septiembre de 2013. Eso es algo por lo que debería agradecer al "Supremo" (No, no hablo de Dios y por eso está entre comillas), al Señor Presidente Nicolás Maduro, al socialismo y a la Revolución en general, ¿cierto?... ¡Pues, no! La beca no es algo que me dan por gracia, es un derecho mío y la justifico trabajando por mi universidad, para que ésta mejore en beneficio mío y de mis compañeros (cosa que sí estoy dispuesto a hacer sin recibir nada a cambio, porque es mi deber como estudiante). Además, desde septiembre 13' hasta febrero 14' me correspondería haber recibido 6 mensualidades, pero la realidad es que sólo he cobrado dos... ¡Sólo dos!. Mientras tanto, yo debo pagar pasajes todos los días (Vivo en Las Minas de Baruta, mi universidad está en La Urbina y el Conservatorio en Chuao), así como libros, copias, impresiones e internet todos los meses... Grosso modo, en un día normal de clases gastaba, hasta la semana pasada, Bs. 30 en pasaje, y unos Bs. 10 en papelería; aparte, pago Bs. 200 mensuales por un servicio de internet de 2048 mb de datos en mi celular, a una velocidad que, si Venezuela y su inseguridad le dan chance, terminará matándome del stress... de modo que, excluyendo cualquier gasto más allá de eso y fingiendo ser una momia los fines de semana, en unos 25 días de clase que tiene en promedio un mes, gastaba Bs. 1200 (hasta febrero).
Bien, no pido que una beca me permita mantenerme sin trabajar... Pero cualquiera esperaría que fuera suficiente para el pasaje y las copias, al menos; sin hablar de esperar que la pagaran a tiempo, claro. No contentos con esto, esta semana "mis mil bolos" equivalen, aproximadamente, a unos Bs. 220 de los que podría haber tenido la semana pasada. De manera que si yo, haciendo uso de la fantasía de quien espera al Niño Jesús en julio, creyera que mañana tendré en mis manos lo correspondiente a la deuda que nuestro Super Gobierno me debe en cuestión de beca, es decir Bs. 4000, eso no equivaldría aún a lo que habría representado solamente la mensualidad de enero en su momento. Recibo, y no por gracia, migajas revolucionarias con las que pretenden devaluar mi dignidad... Dicho esto, ¿Debo agradecer la magnanimidad del Gobierno, que tuvo a bien becar a este pobrísimo estudiante?
P.D.: Sepan todos que, una vez que termine el período académico que estoy cursando, dejaré de estar en la nómina de becarios, pues decidí no renovar mi solicitud. Dios proveerá; él es el único y verdadero ser Supremo (nótese la ausencia de comillas). Abrazos para todos, besos a quien corresponda.
Abraham Medina
REFERENCIAS
Fernández Palomares (2003). Sociología de la Educación. Madrid: Pearson Educación, S.A.
Chinoy, Ely (1975). Introducción a la sociología: Conceptos básicos y aplicaciones. Buenos Aires: Editorial Paidos.